Defensa Del Deudor, S. C.

¿Cómo será la Nueva «normalidad»?

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Nueva «normalidad»

¿Recuerdas cuando salías tranquilamente, ibas por un café y te sentabas a disfrutarlo viendo pasar a cientos de personas con bolsas de sus compras en las manos en esa plaza que tanto te gustaba? Bueno, ese es solo un ejemplo de lo que ya no será nuestra realidad por un buen tiempo. Aquí algunos mas:

Para salir a la calle…

Ahora tendrás que usar cubrebocas SIEMPRE (de preferencia certificado) y de ser posible, máscara protectora. Repito: estos será siempre que salgas.

Para ir a comer…

Los restaurantes tendrán solo un 30% de sus mesas disponibles. La sana distancia implica guardar al menos 1.5m entre mesas. Tendrás que hacer tu reserva en línea o por teléfono (olvida la zona de espera). Llegando, te pasarán directamente a tu mesa y en ese momento colocarán la mantelería. No habrá saleros, ni botellas de catsup o mostaza, todo será por medio de sobrecitos individuales.

Para ir al cine…

Cero filas. Tendrás que adquirir tus boletos en línea o por teléfono (bueno, eso ya se hacía), de igual modo, así tendrás que pedir tus palomitas y demás chunches para que comas durante la película (y eso, de ser posible, se contempla que no esté permitido). Te sentarás a cuando menos 2 butacas de las demás personas y con filas intercaladas.

Para volar…

No se permitirá que te acompañen personas a despedirte. Los aviones volarán al 60% de su capacidad. El uso de cubrebocas (y en algunos casos de caretas) será obligatorio. La zona de recepción de equipaje tendrá un control para evitar el tumulto en las bandas transportadoras de maletas.

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Para ir a la plaza…

Acceso controlado. Filas distanciadas. Número máximo de personas en su interior. Tendrás que esperar en la fila hasta que te permitan el acceso. Olvida el ir solo a pasear. La zona de alimentos y las bancas, estarán acordonadas.

Al parque de diversiones…

Uso de cubrebocas obligatorio. Filas con distanciamiento, para entrar al parque y para subir a los juegos. Límite máximo de personas en su interior. En los juegos mecánicos habrá distanciamiento entre ocupantes.

En la escuela…

Igual, cubrebocas obligatorio, control de temperatura de cada alumno y del personal. Desinfección de zapatos. Separación entre los alumnos. Recreo por turnos. Al primer caso de COVID-19 detectado, se cerrará la escuela por cuando menos 15 días.

En el trabajo…

El Home Office prevalecerá. Cuando no sea posible, los horarios de ingreso serán escalonados y las jornadas laborales serán de menos horas. Control de temperatura y distanciamiento del personal.

De vacaciones…

Muchos de los Paseos más atractivos estarán cerrados o limitados. El acceso a las albercas será controlado y por turnos. Los servicios de bufet será despachado desde una barra por el personal del restaurante. Control de temperatura constante a turistas y personal, así como aseo intenso constante en las áreas comunes. ¿El antro? Olvídalo.

En el metro…

Se controlará el acceso para evitar tumulto. Una cámara térmica detectará a personas con temperatura elevada. Una vez detectada, se realizará una segunda toma de temperatura con termómetro láser. De registrarse un caso sospechoso, se regresará a su casa o se pedirá el apoyo de los servicios de emergencia.

Estos son solo algunos ejemplos de lo que se vivirá de aquí a los próximos meses. Es evidente que los despidos continuarán pues las empresas verán una merma muy importante en sus ingresos y un aumento en sus gastos por todas estas nuevas normas. Además, es muy posible que el costo de todo suba entre un 15% y un 50%, así que ve preparando tu bolsillo (pronto hablaré de los nuevos gastos que tendrás que contemplar con la «nueva normalidad»).

Por cierto…

¿Eventos deportivos? ¿Conciertos? ¿Festivales? ¿Expos? ¿Gimnasios? No, no habrá por un muy buen tiempo…

¿Estás listo?

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Del capitalismo, el COVID-19 y de esas raras coincidencias históricas.

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Del capitalismo, el COVID-19 y de esas raras coincidencias históricas.

Primeramente partamos del «cómo» funciona el capitalismo. Básicamente su sistema se basa en la rentabilidad generada por la inversión de capital (de ahí su nombre). Así las cosas, bajo este esquema, su objetivo será siempre obtener los máximos niveles de ganancias del dinero invertido en cualquier cosa (sí o sí). Uno de sus momentos cumbres, fue el fin de la 2a Guerra Mundial. De los restos de los países bombardeados y la reconstrucción de sus economías, se logró un amplísimo margen de expansión para el sistema Capitalista.

Sin embargo, todo tiene un límite, y fue en la década de los 80s cuando el viejo esquema Capitalista post WWII, comenzó a contraerse. Para ese momento, la guerra dejó de ser tan buen negocio, sobre todo por el riesgo implícito que había derivado del poder del armamento de las super potencias. Es decir: una mala jugada podría acabar con todo el negocio (literalmente; bajo hongos atómicos).

Así las cosas, en los 80s los grandes genios financieros buscaron un nuevo modelo que permitirse la expansión del capitalismo sin el riesgo de morir carbonizados o de destruir (rápidamente) al planeta. Este nuevo esquema fue: la financiarización, es decir, el crédito y la venta de acciones con dinero inexistente (o lo que es lo mismo: quitarle a la gente su dinero real prestándoles dinero irreal o vendiendo «acciones» de empresas cuyo valor fluctuaba con base en la pura especulación). Gracias a este nuevo esquema, las ganancias de las grandes compañías (Nestle, Coca Cola, Philip Morris, Ford, Shell, Sony, etc) gradualmente se fueron integrando a este nuevo sistema financiero, y ya no en la economía tradicional (con dinero real). Es ahí cuando inicia la época de la especulación, el nivel de riesgo, el «crecimiento» simulado, la falta (o sobra de) rentabilidad y, por ende, la generación de super ricos en «fast track».

Pausa: pon atención, hay dos palabras clave: economía y financiero. La economía habla del dinero real, de los billetes y las monedas contantes y sonantes. Y el financiero habla del dinero irreal. Ese qué solo ves en la pantalla del celular al ver tu estado de cuenta en línea. Pero que en realidad, ese dinero no está ahí.

En los 90s, con la llegada del Internet, se dio el «boom» de este esquema, empresas cómo: theglobe.com o Netscape (creadores del navegador Mozilla, pero que fueron aplastados por Microsoft), pasaron de valer un puñado de miles de dólares, a valer miles de millones en pocas horas, bajo la premisa de su «crecimiento a futuro». Todo mundo quería cotizar en las bolsas de valores, todo mundo quería comprar acciones y hacerse millonario de la noche a la mañana, todo mundo quería tarjetas de crédito y comprar cosas que no podría pagar de otra forma. Fue la época de oro del sistema financiero.

Ok, entonces actualmente existen dos sistemas que manejan el dinero de todos: la economía real, bajo la que vivimos la mayoría de nosotros, con la compra y venta de bienes y servicios reales, que se pagan con dinero real. Y el sistema financiero, que se sostiene con dinero inexistente, que compra y vende acciones de miles de empresas con base en la especulación, que presta dinero irreal al ciudadano común, para su coche, su casa o para esa pantalla de 80 pulgadas para que vea el fútbol. ¿La podrá pagar? Bueno, ese ya es otro cantar.

Pero… ¿Y todo esto qué tiene que ver con el COVID-19 y con la casualidad?

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Bueno, cómo ya había dicho: casi todo tiene un límite y el sistema financiero no es la excepción. Desde hace unos años se comenzaron a vislumbrar las primeras señales de que se estaba llegando al colapso, y ya el año pasado, comenzábamos a ver signos de contracción en la economía global e incluso, se comenzaba a hablar de recesión en varios países del primer mundo. Esto debido a que, ya no se podía sostener el tan mentado sistema financiero. Sencillamente, había demasiado dinero flotando, pero no había en dónde colocarlo para generar más ganancias.

A estas alturas macro económicas, los incentivos fiscales o el apoyo gubernamental, poco o nada podrían hacer para salvar al sistema financiero. Simplemente no hay dinero que alcance para eso.

Para la buena suerte de ese sistema, surge esta pandemia por el COVID-19, y me dirán: «estás loco, ¿no ves que la economía colapsó (aún más) por eso?» sí, y no… El COVID-19 lo que vino a hacer fue sacudir los mercados y poner en pausa a la economía. Las super compañías, en su mayoría van a sobrevivir sin problema y muchas de las más pequeñas, también aguantarán, otras, tristemente, desaparecerán. Los gastos en cuestión de salud son formidables y las farmacéuticas y otras similares se están viendo tremendamente beneficiadas por esta situación. Es decir: el dinero se está desplazando hacia donde el capitalismo quiere que se vaya.

Algo digno de resaltar es el hecho de que el COVID-19, afectó primero a las principales economías del planeta, y por lo tanto, son esas economías las que se están reactivando antes que las de los países emergentes, cómo México, donde apenas vamos a la mitad del camino (o menos). Y no, no digo que el virus no exista. Sencillamente resultó tremendamente oportuno para el sistema financiero, que está más que listo para aprovechar todas las áreas de oportunidad que va a generar este «reseteo» económico global.

Sí, este es un evento sin precedentes. Algo histórico. Ya ahora mismo, el FMI ha otorgado líneas de crédito multimillonarias a varios países, las acciones de diversas empresas se desplomaron (y ya fueron compradas por los genios en el tema), otras en cambio, se fueron hasta las nubes.

Al final, el dinero (real) no desaparece, sencillamente cambia de manos. Ahora mismo, millones de personas en todo el mundo, pasaron de tener una economía «estable» a quedarse sin nada… ¿Ese dinero que percibían esas personas a dónde se fue? ¡Exacto! A las arcas de los bancos, y de ahí, regresará a las manos de esa misma gente -pobre ahora- pero en forma de créditos con sus respectivos intereses. Y así pasará con las PYMEs, y miles empresas más grandes. Billones de dólares serán colocados en forma de créditos, millones de acciones de miles de empresas serán compradas y vendidas, billones de dólares pasarán de lo virtual a lo real, y de ahí, al bolsillo de los super ricos.

El COVID-19 vino a ser ese salvavidas que necesitaba urgentemente el capitalismo. Un salvavidas que garantizará su funcionamiento por cuando menos, un siglo más. Por cada mil millones de nuevos pobres, un super rico se vuelve aún más rico. Así de simple.

Y fin.

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