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Pedir dinero a una Fintech… ¿Es buena idea? (préstamos por medio de una App)

Fintech, un préstamo a unos cuantos «clics», pero… ¿Cuáles son los riesgos?

Las financieras tecnológicas (mejor conocidas como «Fintech») ofrecen créditos a través de una App o un portal web ¿Son realmente una opción? aquí te lo decimos todo.

Navegas por tu muro de Facebook y de pronto aparece un anuncio que te ofrece un «atractivo préstamo» ¿lo mejor? solo debes descargar una App o entrar a un sitio web, dar unos cuantos clics ¡Y listo! Fácil, rápido y sin revisar tu historial crediticio (casi siempre). Para ti, pareciera la solución milagrosa a ese problema de efectivo que tienes justo ahora: un préstamo inmediato, sin el lio que es pedirle a un banco… Pero… eso precisamente: ¿y los «peros»?

Primero ¿qué es una Fintech?

Una FinTech es una industria en la que las empresas usan la tecnología para brindar servicios financieros. Es decir, ofrecen créditos y/o financiamientos a personas físicas o morales, sin tener sucursales físicas tradicionales y todas sus operaciones se celebran por medio de aplicaciones de celular o plataformas virtuales en Internet.

El problema inicia precisamente con la «facilidad» que tiene el cliente para obtener un crédito; literalmente basta con descargar la App de la Fintech o ingresar a su sitio web para acceder a una línea de crédito, pero las condiciones bajo las cuales quedará el crédito no son del todo claras. En la pantalla de la app se puede calcular lo que se va a pedir prestado y -la mayoría de las veces- el interés ordinario a pagar, pero no dan información tan importante como plazos, intereses moratorios, comisiones, recargos, etcétera. Además de no señalar tan poco de forma clara, a cuál información tendrá acceso la App de la Fintech al instalarla en nuestros teléfonos.

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Y es que suele pasar que somos muy descuidados con un tema tan delicado como son, los permisos otorgamos a las apps al instalarlas. En este caso, se podríamos dar permisos a la App de la Fintech a cuestiones personales y/o privadas, como el acceso a nuestra ubicación en tiempo real, a nuestra cámara, a nuestro micrófono y la más común: acceso a nuestro directorio de contactos telefónicos, el cual descargan automáticamente al momento de instalar la App.

¿Y el contrato?

Otro problema radica nuevamente en el descuido por parte del usuario, al aceptar este tipo de créditos sin darle la importancia al contrato de apertura de crédito (que siempre existe) que respalda dichos créditos. Muchas veces el usuario ni siquiera sabe que hay un contrato, mucho menos lo lee. Lo importante es, que en los sitios web de la mayoría de las Fintech, podremos encontrar (a veces con cierta dificultad), el contrato que respaldará ese crédito que queremos pedir. De no encontrarlo, el cliente podrá solicitarlo. Si te niegan el contrato, mejor sal de ahí.

Tasas de interés elevadísimas

Si bien hay Fintech que manejan tasas de interés que se encuentran dentro del promedio de las instituciones financieras tradicionales (como bancos), estas son las menos y en productos financieros como tarjetas de crédito solamente. Por desgracia, cuando hablamos de préstamos personales a través de una Fintech, por su configuración a «corto plazo» el CAT o Costo Anual Total que manejan es excesivo, llegando a más del 5000%. Lo que vuelve la deuda simplemente impagable. Por eso la importancia de leer detenidamente el contrato antes de aceptar un crédito.

Cobranza

Otro de los problemas (quizás uno de los más serios), se da cuando el cliente ya no puede pagar la deuda contraída con la Fintech: la cobranza. La cual además de tornarse muchas veces agresiva y amenazante, por parte de los despachos de cobranza que son contratados por las Fintech para recuperar esa cartera vencida, también es frecuente que molesten a los contactos que tenemos registrados en nuestro móvil y a los que dimos acceso a la Fintech al instalar su App.

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Esto es a todas luces ilegal, pues la ley señala en su Art. 284 Bis del código penal que el uso de la violencia o la intimidación para cobrar una deuda, son ilícitos, ya sea en persona o a través de cualquier medio (como mensajes de texto), además, la Ley de Protección y Defensa al Usuario de Servicios Financieros, señala en su CAPÍTULO II, en relación a las obligaciones de las Entidades Financieras, inciso VII, d) que no se podrá realizar cobranza a terceros (familiares, amigos, etcétera), incluidas referencias personales y beneficiarios, salvo la excepción de que uno de ellos haya firmado personalmente como aval, obligado solidario o fiador.

Bueno… ¿Entonces puedo denunciarlos, no?

No es tan sencillo. El problema radica en poder aplicar dichas leyes hacia las Fintech, pues la ley que regula a las entidades financieras aún no contempla de forma correcta a este tipo de empresas, ya que va enfocada a Entidades Financieras tradicionales, como bancos y cajas populares. Así que el que proceda una queja formal resultará complicado. Además, la gestión de cobro que realizan los cobradores la realizan bajo un sistema anónimo, mediante números celulares de prepago, que no están a nombre de nadie y que no generan un vinculo demostrable con nadie en particular; así que no hay forma de relacionar las malas acciones de cobro con una persona física o moral de forma contundente. Por esa razón más del 90 por ciento de las reclamaciones de usuarios en contra de las Fintech no prosperan.

Recomendaciones

Preventivas:

  • Antes de descargar la App en tu teléfono de cualquier Fintech, primero ingresa a su sitio web (puedes ubicarlo por medio de Google), verifica que la dirección web sea segura revisando que el sitio inicie con: https o se vea el «candadito» en donde aparece la dirección web del sitio en cuestión en tu navegador.
  • Lee el contrato. En la mayoría de los sitios de las fintech (buscando con cuidado) podrás encontrar el contrato de apertura de crédito, ahí podrás leer los TÉRMINOS Y CONDICIONES del crédito en cuestión, antes de aceptar nada. Léelo con cuidado y sobre todo, comprende su contenido. Si tienes alguna duda, contáctanos.

Correctivas:

  • Si ya no puedes pagar uno de estos créditos, lo primero que debes hacer es entender que ellos tienen acceso a los contactos en tu celular. Tendrás que contactar a tus contactos y advertirles que podrían ser molestados por esta situación que presentas, para que en cuanto inicie el acoso, los bloqueen.
  • De ser víctima de cualquier esquema de cobranza ilegal, presenta las reclamaciones correspondientes ante la Condusef. Es probable que no prosperen, pero se irá generando un antecedente, que nos ayudará a nosotros como Organización de ayuda al Deudor, a impulsar las iniciativas de ley que promoveremos para poder regular de forma correcta a las Fintech y parar estos abusos.
  • Califica en la tienda de aplicaciones donde descargaste la App a la App que te acosa y comenta la situación para evitar que más personas caigan con ellos.
  • Denuncia en el portal de Internet del Buró de Servicios estas malas prácticas de cobranza para que personas que naveguen en la web vean estas denuncias: www.burodeservicios.com
  • Finalmente, contáctanos, para valorar tu caso, calcular niveles de riesgo y poder diseñar una estrategia que nos permitirá llegar a un acuerdo de pago que sea totalmente benéfico para ti.

Recuerda: La base de las Finanzas Personales sanas, inicia leyendo siempre todo, antes de firmar nada.

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Del capitalismo, el COVID-19 y de esas raras coincidencias históricas.

COVID 19 y capitalismo

Primeramente partamos del «cómo» funciona el capitalismo: básicamente su sistema se basa en la rentabilidad generada por la inversión de capital (de ahí su nombre). Así las cosas, bajo este esquema, su objetivo será siempre obtener los máximos niveles de rentabilidad del dinero invertido (sí o sí).

Uno de sus momentos cumbres, fue el fin de la 2a Guerra Mundial. De los restos de los países bombardeados y la reconstrucción de sus economías, se logró un amplísimo margen de expansión para el sistema Capitalista. Sin embargo, todo tiene un límite, y fue en la década de los 80s cuando el viejo esquema Capitalista post WWII, comenzó a contraerse. La guerra dejó de ser tan buen negocio, sobre todo por el riesgo implícito que había por el poder del armamento de las super potencias. Es decir: una mala jugada podría acabar con todo el negocio (literalmente bajo hongos atómicos).

Así las cosas, en los 80s los grandes genios financieros buscaron un nuevo modelo que permitirse la expansión del capitalismo sin el riesgo de morir carbonizados o destruir (rápidamente) al planeta: la financiarización, es decir, el crédito y la venta de acciones con dinero inexistente (o lo que es lo mismo: quitarle a la gente su dinero real prestándoles dinero irreal). Gracias a este nuevo esquema, las ganancias de las grandes compañías (Nestle, Coca Cola, Ford, Shell, etc) gradualmente se fueron integrando al sistema financiero, y ya no en la economía real (con dinero real). Es ahí cuando inicia la época de la especulación, el nivel de riesgo, el «crecimiento» simulado, la falta rentabilidad y, por ende, la generación de super ricos en «fast track».

Pausa: pon atención, hay dos palabras clave: economía y financiero. La economía habla del dinero real, los billetes y las monedas, y el financiero habla del dinero irreal. Ese qué solo ves en la pantalla del celular al ver tu estado de cuenta en línea.

En los 90s, con la llegada del Internet, se dio el «boom» de este esquema, empresas cómo: Global.com o NETSCAPE (creadores del navegador Mozilla, pero que fueron aplastados por Microsoft), pasaron de valer un puñado de miles de dólares, a valer miles de millones bajo la premisa de su «crecimiento a futuro». Todo mundo quería cotizar en las bolsas de valores, todo mundo quería comprar acciones y hacerse millonario de la noche a la mañana, todo mundo quería tarjetas de crédito y comprar cosas que no podría pagar de otra forma. Fue la época de oro del sistema financiero.

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Entonces, actualmente existen dos sistemas que manejan el dinero de todos: la economía real, bajo la que vivimos la mayoría de nosotros, con la compra y venta de bienes y servicios reales, que se pagan con dinero real. Y el sistema financiero, que se sostiene con dinero inexistente, que compra y vende acciones de miles de empresas con base en la especulación, que presta dinero irreal al ciudadano común, para su coche, su casa o para esa pantalla de 80 pulgadas para que vea el fútbol. ¿La podrá pagar? Bueno, ese ya es otro cantar.

Pero… ¿Y todo esto qué tiene que ver con el COVID-19 y con la casualidad? Bueno, cómo ya había dicho: casi todo tiene un límite y el sistema financiero no es la excepción. Desde hace unos años se comenzaron a vislumbrar las primeras señales de que se estaba llegando al colapso, y ya el año pasado, comenzábamos a ver signos de contracción en la economía global e incluso, se comenzaba a hablar de recesión en varios país del primer mundo. Esto debido a que, ya no se podía sostener el mentado sistema financiero. Sencillamente, había demasiado dinero flotando, pero no había en donde colocarlo para generar más ganancias. A estas alturas macro económicas, los incentivos fiscales o el apoyo gubernamental, poco o nada podrían hacer para salvar al sistema financiero. Simplemente no hay dinero que alcance para eso.

Para la buena suerte del mencionado sistema, surge esta pandemia por el COVID-19, y me dirán: «estás loco, ¿no ves que la economía colapsó (aún más) por eso?» y sí, y no… El COVID-19 lo que vino a hacer fue sacudir los mercados y poner en pausa a la economía. Las super compañías, en su mayoría van a sobrevivir sin problema y muchas de las más pequeñas, desaparecerán. Los gastos en cuestión de salud son formidables y las farmacéuticas y otras similares se están viendo tremendamente beneficiadas por esta situación.

Es decir: el dinero se está desplazando hacia donde el capitalismo quiere que se vaya. Algo digno de resaltar es el hecho de que el COVID-19, afectó primero a las principales economías del planeta, y por lo tanto, son esas economías las que se están reactivando antes que las de los países emergentes, cómo México, donde apenas vamos a la mitad del camino (o menos). Y no, no digo que el virus no exista. Sencillamente resultó tremendamente oportuno para el sistema financiero, que está más que listo para aprovechar todas las áreas de oportunidad que va a generar este «reseteo» económico global. Sí, este es un evento sin precedentes. Algo histórico. Ya ahora mismo, el FMI ha otorgado líneas de crédito multimillonarias a varios países, las acciones de diversas empresas se desplomaron (y ya fueron compradas por los genios en el tema), otras en cambio, se fueron al cielo.

Al final, el dinero (real) no desaparece, sencillamente cambia de manos. Ahora mismo, millones de personas en todo el mundo, pasaron de tener una economía «estable» a quedarse sin nada… ¿Ese dinero que percibían esas personas a donde se fue? ¡Exacto! A las arcas de los bancos, y de ahí, regresará a las manos de esa misma gente -pobre ahora- pero en forma de créditos con sus respectivos intereses. Y así pasará con las PYMEs, y miles empresas más grandes. Billones de dólares serán colocados en forma de créditos, millones de acciones de miles de empresas serán compradas y vendidas, billones de dólares pasarán de lo virtual a lo real, y de ahí, al bolsillo de los super ricos.

El COVID-19 vino a ser ese salvavidas que necesitaba urgentemente el capitalismo. Un salvavidas que garantizará su funcionamiento por cuando menos, un siglo más. Por cada mil millones de nuevos pobres, un super rico se vuelve aún más rico. Así de simple.

Y fin.


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